
Ejemplos de Poesía Bucólica
*Pablo Neruda
Mujer yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Como sabría amarte, mujer, como sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte mas. Y todavía amarte mas y mas.
*Luis Cernuda
Al despertar de un sueño, buscas Tu juventud, como si fuera el cuerpo Del camarada que durmiese a tu lado y que al alba no encuentras.
Ausencia conocida, nueva siempre, con cual no te hallas. Y aunque acaso hoy tu seas mas de lo que era el mozo ido, todavía.
Sin voz le llamas, cuantas veces; Olvidado que de su mocedad se alimentaba aquella pena aguda, la conciencia de tu vivir de ayer.
Ahora, ida también, es solo un vago malestar, una inconsciencia Acallado el pasado, dejando indiferente al otro que tu eres, sin pena, sin alivio.
*Pedro Salinas
Y ahora, aquí esta frente a mi. Tantas luchas que ah costado, tantos adanes en vela, tantos bordes de fracaso junto a este esplendor sereno ya son nada, se olvidaron .
El queda, y en el, el mundo, la rosa, la piedra, el pájaro, aquellos , los del principio, de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían, y aun se podía aclararlos! Están mejor; una luz que el sol no sabe, unos rayos los iluminan, sin noche, para siempre revelados.
Las claridades de ahora lucen mas que las de mayo. Si allí estaban, ahora aquí; a mas transparencia alzados. ¡Que naturales parecen, que sencillo el gran milagro! En esta luz del poema, de todo, desde el mas nocturno beso al cenital esplendor, todo esta mucho mas claro.
*Manuel Altolaguirre
Alzan la voz cruel
quienes no vieron el paisaje,
los que empujaron por el declive pedregoso
la carne ajena,
quienes debieron ser almas de todos
y se arrancaban de ellos mismos
cuerpos parásitos
para despeñarlos.
Mil muertos de sus vidas brotaban,
mil muertos solitarios
que miraban desde el suelo,
durante el último viaje,
la colosal estatua a la injusticia.
No eran muertos,
eran oprimidos,
seres aplastados,
ramas cortadas de un amante o de un padre,
seres conducidos por un deseo imposible,
topos de vicio
que no hallarán la luz
por sus turbias y blandas galerías.
Alzan la voz cruel
quienes no vieron el paisaje,
los que triunfaron
por la paz interior de sus mentiras.
¡Oh mundo desigual!
Mis ojos lloren
el dolor, la maldad:
la verdad humana.